miércoles, 24 de septiembre de 2008

Expedición libertadora al Perú.


El Senado de Chile, el Cabildo de Santiago y el pueblo en general colaboraron con su apoyo económico en la formación de la escuadra que habría de libertar al Perú de la dominación española.


En 1820 estaba ya formada con siete barcos y una tripulación de tres mil hombres, entre chilenos y ex­tranjeros. Fueron las fragatas O'Higgins y Lautaro, el navío San Martín, la corbeta Independencia, los bergantines Arauco y Galvarino y la goleta Moctezuma, todos bajo el mando de Lord Cochrane.



El ejérci­to estaba constituido casi en su totalidad por chilenos, aunque en él figuraban tam­bién numerosos oficiales argentinos. De los 4.414 hombres, 642 eran argentinos. Se le llamó Ejército Libertador del Perú y estaba bajo las órdenes del general del ejército de chile José de San Martín. Este llevaba una Instrucción secreta del gobierno de O'Higgins de separar del mando de la escuadra a Cochrane si se suscitaba algún problema entre ellos. La expedición marchó bajo la bandera chilena.



Entre el 20 de agosto y el día 7 de septiembre de 1820 transcurrió la navegación sin problema. El 8 de septiem­bre el ejército desembarcó e inmediatamen­te marchó sobre el pueblo de Pisco. El Virrey Joaquín de Pezuela, que contaba con una fuerza de 15 mil hombres fraccio­nados en tres cuerpos diferentes, pretendió llegar a un acuerdo con los patriotas en­viando tres plenipotenciarios a reunirse con los agentes de San Martín.


Pocos días después, y ante la inoperancia de la escuadra española que rehu­saba el combate, Lord Cochrane se apoderó de la fragata de guerra Esmeralda (5 de noviembre de 1820). Pocos días después San Martín se apoderó del pueblo de Huara dejando cortada toda comunicación entre el virrey Pezuela y las provincias del norte del Perú que no tardaron en pronunciarse a favor de la independencia; el marqués de Torre-Tagle, intendente de Trujillo puso la provincia bajo el mando de San Martín (di­ciembre de 1820). Así segregaban del poder del virrey todo el norte del Perú, desde Huara hasta Guayaquil. Los jefes realistas, desesperados por las vacilaciones del Virrey, efectuaron un pronunciamiento en enero de 1821 por el cual depusieron a Pezuela y entregaron el mando al teniente general José de la Serna.


Al fracasar nuevos intentos de conversaciones entre realistas y patriotas, las operaciones continuaron. Mientras De la Serna marchaba a la Sierra para continuar la lucha, San Martín entraba a Lima, donde, en un solemne Cabildo Abierto proclamó la independencia del Perú, el 28 de julio de 1821. Las operacio­nes continuaron, sin embargo, en distintos escenarios de la Sierra y la costa hasta la rendición de la guarnición española del Callao.


La entrevista de Guayaquil, celebra­da el 26 de julio de 1822 entre San Martín y Bolívar determinó el alejamiento de San Martín del proceso independizador del Perú, que, por lo demás, estaba casi com­pletado. Elegidos los diputados que debían componer el Congreso peruano, el Protec­tor -título otorgado a San Martín- abrió sesiones de ese cuerpo y se retiró defintiva-mente de la escena política peruana. Se em­barcó hacia Chile; de aquí pasó a Mendoza para embarcar más tarde con destino a Francia donde fijó su residencia hasta el día de su muerte en 1850.


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