miércoles, 24 de septiembre de 2008

El caso de la fragata "Scorpion"



Entre los barcos ingleses que en esa época hacían el contrabando en las costas de Chile, era particularmente conocida la fragata “Scorpion”, cuyo jefe, el capitán Tristán Bunker, había concertado en 1807 la introducción de mercaderías por valor de ochenta mil libras esterlinas, que serían pagadas en moneda, en piña de plata o en barras de cobre. La operación se haría en una caleta solitaria de las costas de Topocalma, en el distrito de Colchagua.


Cuando la “Scorpion” llegó allí en julio de 1808 y su capitán se puso en contacto con su principal agente de chile, el norteamericano enrique Faulkner, este y otras personas que le acompañaban le convencieron que debía hacerse nuevamente a la mar y no regresar al lugar hasta el 25 de septiembre, dando como pretexto la necesidad de un plazo para que pudieran reunirse los comerciantes que se interesaban por el cargamento.


Faulkner y sus cómplices, de acuerdo con el propio gobernador García Carrasco, habían acordado apoderarse del barco ingles, a pretexto de ser contrabandista, y repartirse la presa a espaldas de las autoridades aduaneras.


Entretanto, la fragata visitaba las costas del distrito de Coquimbo, donde el capitán Bunker se puso en contacto con otro de sus agentes, el medico inglés don Jorge Edwards, quien le hizo saber por carta que en Santiago se tramaba la captura del buque.


Sin hacer caso del aviso, el confiado Bunker se presentó con su barco frente a Topocalma el día convenido, y luego recibió la visita de Faulkner y otras personas, entre las que iba un tal Pedro Sánchez, que se decía mayordomo del marqués de Larraín y exhibía una carta de este en que prometía hacer una compra considerable siempre que las mercaderías fuesen descargadas en la bahía de Pichidangui, cerca del pueblecito de Quilimari, en el distrito de quillota.


En este punto, García Carrasco y sus cómplices habían preparado la celada, ocultando ochenta marineros armados y preparándolo todo para inspirar confianza a los contrabandistas. Un comerciante español de santiago, Pedro Arrué, amigo y contertuliano de Carrasco se haría pasar por el marques don José Toribio de Larraín, llevando en su pecho la cruz de la orden de Carlos III.


Llegada la “Scorpion” a Pichidangui, subieron a ella Faulkner, arrué y otros, a fin de formalizar el negocio. Bunker los mostró entonces la denuncia que había recibido, lo que proporciono a los asistentes la oportunidad de hacer las más ardosas protestas de sinceridad, invocando a Dios y a los santos como testigos de la bondad de sus intenciones. El falso marques de Larraín, haciendo valer el honor y la virtud de sus antepasados, se declaró incapaz de cometer tal atrocidad, manifestando además, que su vida se hallaba en manos de Bunker y los suyos.


Después de esta escena, de que el candoroso capitán se dio por satisfecho, españoles e ingleses bajaron a tierra y se procedió al embarque de las barras de cobre, operación que duro hasta después de las 9 y media de la noche. De pronto se oyeron gritos estrepitosos y fuertes palmoteos, apareciendo de improviso gran cantidad de hombres con la cabeza amarrada con pañuelos blancos y armados con pistolas y machetes, los cuales se lanzaron sobre Bunker y su gente. En pocos instantes fueron dominados por este ataque sorpresivo. El capitán y muchos de sus hombres cayeron asesinados; el resto fue apresado.


En seguida, en los mismos botes que habían servido a los ingleses para hacer el embarque del cobre, los asaltantes se dirigieron a la fragata, cuyos tripulantes esperaban descuidadamente a su capitán, que les había mandado tener preparada una cena para festejar a los que tan pacifícamele había tomado por comerciantes. La “Scorpion” fue abordada por ambos contados y sus tripulantes muertos o reducidos a prisión. Eran las diez y media de la noche del 13 de octubre de 1808.


La presa de estimada en 600 mil pesos; pero llegado el momento de declararse legitimidad y hacer el reparto, el administrador de aduana sostuvo que en razón del estado de armisticio existente entre España e Inglaterra, no se podía considerar a la fragata como nave enemiga, sino como simple contrabandista, y que, por lo tanto, su captura no daba lugar a juicio y repartición de presa de guarra sino de comiso. Como esta interpretación, que era correcta, daría participación al fisco, disminuyendo la parte de los asaltantes, carrasco declaro el caso de presa y el reparto se efectuó entre los apresadores. Con ello se cometía un sangriento ultraje a Inglaterra, aliada con España, y un fraude a los intereses fiscales de parte de los propios encargados de velar por ellos. Al doctor rozas le correspondieron más de 80 mil pesos.


El apresamiento de la “Scorpion”, realizado con la mayor perfidia, y la liquidación de la pretendida presa, efectuada contra todo derecho, causaron la más profunda impresión entre la opinión consciente de la colonia. Carrasco y todos los que planearon y ejecutaron aquel acto criminal, fueron bautizados como “escorpionistas”. Rozas hubo de alejarse del gobierno y volver a concepción, pues su prestigio había quedado destrozado.


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