Desde el punto de vista militar, el plan de Carrera ha sido considerado indiscutiblemente mejor que el de O'Higgins, por lo cual su autor no debía haber cedido a las instancias de éste; pero, una vez aceptado el de O'Higgins, no debía haber economizado esfuerzos para cooperar a él. De hacer esto último, en el peor de los casos habría permitido la ordenada retirada de los defensores de la plaza.
El desastre de Rancagua dio por resultado la ruina completa de los patriotas. La capital era el teatro de una espantosa confusión. La gente sólo pensaba en abandonar el país para substraerse a las venganzas de los vencedores. No había más camino que tomar que el de la cordillera, que conduce a Mendoza y que en aquella época del año estaba todavía cerrado, pues la nieve cubría casi completamente todos los senderos, desde el sitio llamado Ojos de Agua en la ladera occidental, hasta Punta de las Vacas en la oriental.
Sin embargo, las familias patriotas no pensaron en los peligros con que los amenazaba la naturaleza. En número de unos tres mil fugitivos, entre hombres, mujeres y niños, hicieron la difícil travesía, escoltados por los restos de las tropas de O'Higgins y Carrera. Iban allí doña Isabel Riquelme y doña Rosa Rodríguez, la madre y la hermana de O'Higgins; doña Javiera Carrera, hermana de los Carrera y esposa de don Pedro Díaz de Valdés, antiguo asesor de la capitanía general; doña Ana María Cotapos, que lo era dé don Juan José Carrera, y doña Mercedes Fontecilla, casada con don José Miguel.
Después de atravesar las montañas por el paso de Uspallata, los emigrados chilenos fueron auxiliados con víveres y medios de locomoción por el coronel don José de San Martín, gobernador de la provincia de Cuyo. Muchos de ellos no volverían a la patria. Se abría el triste período de la Reconquista.
miércoles, 24 de septiembre de 2008
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