miércoles, 24 de septiembre de 2008

La antipatía entre los criollos y los españoles

Durante el siglo XVII, criollos y peninsulares terminaron por diferenciarse profundamente en su temperamento y en su carácter, debido a la obra del clima, del aislamiento y de las diversas proporciones en las mezclas raciales. Este antagonismo se observó ya en el siglo XVII y se intensificó en el siglo XVIII.


A pesar de hallarse unidos en la fidelidad al rey, ambos grupos sociales terminaron por odiarse. Los peninsulares o chapetones miraban como inferiores a los criollos por su imprevisión, su menor capacidad de trabajo y la sangre americana que llevaban a veces en sus venas.


Los criollos, por su parte veían en los españoles advenedizos que se adueñan de la fortuna, de los cargos y de las ricas herederas. Para ellos, los castellanos eran orgullosos en razón de su reserva; los Vascos y los Catalanes, aves de rapiña por su avaricia y su aptitud para los negocios; los Gallegos, estúpidos con lentitud mental.


En cuanto a la masa mestiza, aún no tenía sensibilidad propia, y seguía a sus patrones, a sus curas y a los caudillos de uno u otro bando.


Bastaría, pues, un hecho exterior para que la revuelta se produjera, de tal modo que sin la independencia de EEUU y la invasión napoleónica, posiblemente el movimiento se habría aplazado.

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