miércoles, 24 de septiembre de 2008

El paso por Los Andes y la invasión a Chile.



video que explica el cruce por la cordillera del ejército de Los Andes.

Que­daba la parte más difícil de la empresa: la travesía de la cordillera de los Andes. Esa inmensa mole que había evitado que los realistas invadiesen las provincias argentinas después de su victoria de Rancagua, permitiendo a San Martín formar su ejército a cubierto de todo peligro, pasaba ahora a ser el mayor obstáculo a la realización do sus planes.


Sus elevadas cadenas de montañas, sus profundas quebradas, así como sus ríos torrentosos, unidos a su falta absoluta de recursos, presentaban dificultades casi insuperables para movilizar una com­plicada maquinaria guerrera. De sus pasos, que no eran sino simples senderos al borde de los precipicios, sólo uno, el de Uspallata, había sido ensanchado por la mano del hombre.


Después de maduro estudio, resolvió San Martín atravesar la cordillera por los pasos de Uspallata y de los Patos, que conducen, respectivamente, a Los Andes y a Putaendo, en el valle del Acon­cagua. Al mismo tiempo, cuatro pequeños destacamentos penetrarían en Chile por diversos puntos, a fin de alarmar a los realistas y obli­gar a Marcó del Pont a mantener fraccionadas sus fuerzas.


a) La división de Las Heras pasa por Uspallata y cae sobre Los Andes.

Una división de 800 hombres al mando de Las Heras, debía conducir el parque y los bagajes a través del paso de Uspallata, para bajar en seguida a la villa de Santa Rosa de Los Andes. Los cañones eran conducidos en carros bajos tirados por mulas. Su guia era el campesino chileno José Antonio Cruz.


Las fuerzas de Las Heras, después de derrotar un pequeño des­tacamento realista en las Guardias, llegaron sin novedad a Los Andes el 8 de febrero.


b) El grueso del ejército pasa por los Patos y cae sobre Putaendo.

Las otras dos divisiones, en total 2.745 hombres, manda-dadas por los generales Soler y O'Higgins, atravesarían los Andes por el paso de los Patos o Valle Hermoso, situado algunas" leguas más al norte, para bajar en seguida al valle de Putaendo y ocupar el pueblo de San Felipe el mismo día en que, según el plan trazado, Las Heras ocuparía Santa Rosa de Los Andes.


Estas fuerzas, guiadas por Justo Estay, transmontaron la cor­dillera y después dispersaron las tropas realistas que guardaban el resguardo de las Achupallas, ocuparon Putaendo y derrotaron a otro destacamento en las Coimas. San Felipe fue ocupado el 8 de febrero.


Todo el ejército, es decir, las divisiones de Las Heras, de Soler y de O'Higgins, se concentró en seguida en Curimón para empren­der el avance sobre Santiago. Toda la región de Aconcagua queda­ba en poder de los patriotas después de aquellas marchas tan bien planeadas como ejecutadas.


Las tropas realistas de la zona se replegaron a la cuesta de Chacabuco, en medio de la hostilidad de las poblaciones, que veían acer­carse el momento de la liberación.


c) La columna de Zelada y de Davila ocupa Copiapó.


Un destacamento de doscientos hombres, entre riojanos y chilenos de las minas de Famatina y Chilecito, al mando de don Nicolás Dávila y don Francisco Zelada, debían trasmontar las montañas por el por­tezuelo de Comecaballos y ocupar la ciudad de Copiapó.


Sin mayores dificultades, los expedicionarios atravesaron la cordi­llera por el paso señalado y cayeron sobre Copiapó el 12 de febrero.


Un cabildo abierto designó teniente gobernador del distrito al veci­no don Miguel Gallo.


d) La Columna de Cabot y Zeballos ocupa Coquimbo.

Otro destacamento de doscientos hombres, entre soldados argentinos y tra­bajadores chilenos, al mando de don Juan Manuel Cabot y del veci­no de Coquimbo don Patricio Zeballos, debía avanzar por el paso de Calingasta o del Azufrte, seguir por el valle del Limarí y ocupar La Serena y Coquimbo.


Las autoridades realistas, desorientadas y desalentadas al tener conocimiento de la presencia de fuerzas enemigas, después de una escasa resistencia hubieron de rendirse. Toda la región quedó en poder de los patriotas.


e) Lemus avanza basta San Gabriel.

Un reducido piquete de soldados y de milicianos, al mando de don José León Lemus, debía' dejarse ver por el portillo de los Piuquenes, que es el más inmedia­to a Santiago, a fin de hacer creer a los realistas que la invasión se haría por ese punto.


Las gentes de Lemus atravesaron el paso indicado y alcanza­ron hasta San Gabriel, como a una legua más al sur de la confluen­cia de los ríos Maipo y Yeso. Los milicianos que guardaban el punto, al imponerse del peligro, corrieron a dar cuenta a Santiago. Lemus retrocedió prudentemente hasta la laguna de los Piuquenes.


f) La columna de Freiré se apodera de Colchagua y de Talca.

Finalmente, una misión mucho más peligrosa y decisiva correspondió a don Ramón Freiré, quien, al frente de cien soldados de lí­nea, debía penetran en el territorio de Colchagua por el paso del Planchón y apoderarse de San Fernando, Curicó y Talca.


Esa comarca, que había sido el teatro de las correrías de las guerrillas de Manuel Rodríguez, se hallaba guarnecida por más de 2.000 hombres de tropas regulares y numerosos destacamentos de milicias.


Freiré bajó por el Planchón al valle del río Teño y penetró en las montuosas serranías de la región, donde los guerrilleros acudieron en­tusiastas a engrosar sus filas, así como numerosos hacendados y mi­litares de prestigio, con lo cual su fuerza llegó a ascender a más de 600 hombres.


Al mismo tiempo, llegaban a la región las noticias de lo ocurri­do en el valle del Aconcagua, conjuntamente con la orden de reunir las tropas realistas y marchar a Santiago. Esto facilitó la rebelión en masa de las poblaciones de los distritos de San Fernando, Curicó y Talca, que deponían a las autoridades realistas y celebraban cabildos abiertos para designar otras adictas a la causa patriota.


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