La cuesta de Chacabuco, que separa las hoyas de los ríos Aconcagua y Maipo, es la más meridional de las serranías de la zona de los valles transversales. Está situada sobre un terreno de una altura media de 750 metros y se eleva hasta unos 1.300.
Casi al pie de la cuesta se juntaban los caminos que venían del Santa Rosa de los Andes y de San Felipe, y la ascensión seguía por un solo camino en una extensión de 4 a 5 kms. Desde aquí se bifurcaba nuevamente, separándose algunos kilómetros para seguir las sinuosidades de la sierra: el camino del oriente o de la Cuesta Vieja era más corto pero más áspero, mientras el de la Cuesta Nueva compensaba su mayor longitud con su suavidad.
Casi toda la cuesta y especialmente la cumbre, se hallaban cubiertas de altos matorrales y en parte de árboles de regular tamaño, que favorecían mucho el ocultamiento de tropas.
Maroto, que comprendía el alto valor defensivo de la cumbre de la cuesta de Chacabuco, ordenó a sus avanzadas mantener la posición mientras no hubieran perdido los dos tercios de su gente, en la esperanza de que le llegasen refuerzos de la capital. Mas, San Martín, que deseaba aprovechar la momentánea superioridad numérica de sus fuerzas, ordenó el ataque inmediato. Eran las primeras horas del 12 de febrero.
A fin de envolver a los realistas por medio de un ataque simultaneo de flanco y de frente, dividió su ejército en dos. La primera división, 2.000 hombres al mando del general Miguel Soler, tomaría el camino de la Cuesta Nueva para ascender las serranías y caer al sur de ellas, sobre las casas de la hacienda de Chacabuco, donde se hallaba el grueso de las tropas de Maroto. La segunda división, 1.400 hombres, a cargo de O'Higgins, seguiría el camino de la Cuesta Vieja, más corto pero más difícil, para batir las partidas que cubrían la cumbre y marchar en seguida hacia el mismo objetivo que Soler.
La división de Soler llegó a las alturas sin encontrar al enemigo, que había concentrado sus fuerzas de avanzada en el camino de la Cuesta Vieja, de donde fueron luego desalojadas por la división de O'Higgins. Este, previa consulta a San Martín, que comenzaba a subir la cuesta al frente de un pequeño destacamento de reserva, inició entonces la persecución de los fugitivos, en el entendido de no empeñar acción formal antes que la división de Soler estuviese para caer sobre el flanco enemigo, pues se creía que el grueso del ejército de Maroto estaría aún en los contornos de las casas de Chacabuco.
Por esto, cuando O'Higgins menos lo pensaba, se encontró de improviso y a la salida de una quebrada, con las tropas realistas fuertemente posesionadas de un terreno favorable. Eran las 10 de la mañana. Retroceder cuesta arriba era ya casi imposible y no se avenía, además, con su temperamento impulsivo y osado. Ordenó entonces el ataque a la bayoneta, mientras su caballería cargaba por la falda de los cerros; pero la embestida fue rechazada y el jefe patriota hubo de reorganizar sus fuerzas y poniéndose a su cabeza lanzar un nuevo y más vigoroso asalto que rompió la línea española y la obligó a declararse en franca retirada. En la refriega murieron los jefes realistas Marqueli y Elorreaga.
Pero la batalla no estaba aún terminada, pues los restos del ejército de Maroto se aprestaban para reorganizarse y ofrecer una porfiada resistencia. En esos momentos, la división de Soler llegaba al campo de batalla con inexplicable atraso y aseguraba la victoria definitiva y completa de los patriotas.
El ejército de los Andes entró a Santiago el 14 de febrero. El 16, la aristocracia santiaguina, reunida en cabildo abierto, designaba por aclamación director supremo a O'Higgins. Va a comenzar la Patria Nueva.
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